En tu Presencia... sólo eso necesito...
En la inmensidad de la noche,
cuando se muestran las puertas de sus vigilias;
sube a ti, secreta, serena, somnolienta,
a repetir una vez más el extraño gorgoteo de frases aprendidas.
Si bien sube; si bien te busca,
no logra hayar la dimensión correcta.
Tal vez son sus ojos los ciegos,
tal vez son sus oídos los sordos,
pero aún así le has dicho
que la has mirado y que le abriste los cielos.
Entonces, en el secreto de tu pecho, tus manos cubren su ser, cual semilla en manos de su aventador,
y la cobijas.
Tu izquierda bajo su cabeza, tu derecha la abraza.
Ahora es ahí donde duerme.
Y no quiere despertar.
Porque al abrir los ojos, otra vez se encuentra con el frío del amanecer y la oscuridad en su habitación de paredes de cemento.
Despierta, entonces, la humanidad abismante y la siente correr por su garganta.
Y como siempre, nada más que tu recuerdo y la fe la hacen estar de pie y avanzar como mirando al Invisible.
Tu mano poderosa pero imperceptible a esta naturaleza, la levanta y oye tu voz... adentro.. muy adentro... que dice: "Vamos hija, Yo estoy contigo".
¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu Presencia?
Si subiere a los cielos, allí estás Tú;
Y si en el seol hiciere mi estrado, he aquí, allí Tú estás.
Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar,
Aún allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
Si dijiere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
Aún la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aún las tinieblas no encubren de ti,
y la noche resplandece como el día;
lo mismo te son las tinieblas que la luz.
Salmo 139:7-12

